“No puedo pensar
en ninguna necesidad
en la infancia tan fuerte
como la necesidad
de protección de un padre”
Sigmund Freud
Tener hijos no nos convierte en auténticos padres, una cosa es tener el título y otra muy diferente es asumir el rol.
Muchos niños -tal vez fuiste uno- crecen en hogares con padres que pueden dar una apariencia normal; ya que atienden su salud física, dan sustento económico e incluso procuran dar seguridad. Sin embargo, no establecen una auténtica conexión emocional con sus hijos, así que donde debía instalarse un vínculo seguro, quedó un gran agujero; generando consecuencias psicológicas variadas y complejas, que tienen en común la sensación de soledad emocional.
A esta soledad emocional algunos adultos le llaman VACÍO EXISTENCIAL y otros dicen que se sienten SOLOS EN EL MUNDO, lo cual típicamente es el resultado de haber crecido sin recibir la empatía necesaria por parte sus padres.
Si este es tu caso y sueles experimentar esta sensación de soledad emocional, la buena noticia es que como adulto puedes aprender a establecer vínculos desde un lugar seguro, en el que te sientas valorado y acogido, desde el interés genuino del otro en conocerte y no juzgarte.
Por supuesto, esto requiere un trabajo consciente, en el que te permitas recorrer tu propia historia, porque como decía Bowlby «Todos los seres humanos comparten un mismo instinto primitivo para el que la familiaridad significa seguridad», esto quiere decir que aunque lo que experimentemos en nuestras relaciones no nos genere bienestar, es nuestro territorio conocido y por lo tanto preferimos quedarnos ahí.
Recorrer la historia no siempre resulta algo agradable, más bien es factible que te encuentres con los sabores agridulces de lo que nunca tuviste o de lo que perdiste, pero desde mi experiencia profesional e incluso personal resulta valioso mirar el pasado y resignificar aquellas creencias que se vuelven un obstáculo en el presente, para construir el futuro que deseamos.
En definitiva, la decisión de mirar o no tu historia dependerá de lo que valores en la vida, pero si llegaste hasta este punto de la lectura probablemente es porque te inquieta ver si encuentras algo que pueda responder a alguna pregunta que tienes con respecto a las sensaciones o algunas intuiciones que te han acompañado a lo largo de tu vida con respecto a tus padres.
Para seguir avanzando en este tema te explicare cuales son los cuatros tipos de padres emocionalmente inmaduros:
- Padres desregulados emocionalmente que se dejan llevar por los sentimientos del momento. Son altamente inestables e impredecibles. Suelen ver el vaso medio vacío ante las pequeñas o grandes adversidades. Generalmente buscan en otros la estabilidad emocional que les falta.
- Padres altamente ocupados que viven con una meta en mente y además de no tener disponibilidad emocional tampoco tienen tiempo. Quieren perfeccionarlo todo, incluyendo a las personas a su alrededor. Estos padres quieren hijos perfectos, porque si no lo son significa que ellos no son perfectos. El ritmo con el que viven su vida no les permite parar para conectar emocionalmente con sus hijos, sin embargo se entrometen en sus vidas, la quieren controlar y decidir cómo es que deben vivir.
- Padres pasivos evitan cualquier tipo de enfrentamiento que pueda generar malestar e incomodar al otro. Estos padres tienen la tendencia a colocarse en segundo plano, sobre todo cuando tienen una pareja dominante.
- Padres displicentes que nos llevan a preguntarnos ¿para qué tuvieron hijos? porque hacen muy evidente que no les gusta la intimidad emocional y no quieren que sus hijos interfieran con su vida. La capacidad de empatía de estos padres con respecto a las necesidades de los demás es prácticamente nula y sus interacciones consisten en dar órdenes, enfurecerse y aislarse de la vida familiar.
Estos 4 perfiles de padres emocionalmente inmaduros son la base de una infancia dolorosa, truncada y herida, que llevan al niño a desarrollar diferentes estrategias de afrontamiento que utilizan a lo largo de su vida.
Y, ¿Cuales son las estrategia de afrontamiento?
Para responder a esto debo decir que son muchas las formas de reaccionar frente a un padre o una madre emocionalmente inmadura, sin embargo solo me centrare en explicarte 2 estrategias de afrontamiento que tienen en común recrear una fantasía inconsciente de sanación del dolor producido por no contar con la conexión emocional que de niños necesitaron.
La primera estrategia es que estos niños se convierten en adultos interiorizadores, a los cuales les encanta resolver problemas desde el interior, reflexionando y aprendiendo de sus errores, contando con una gran sensibilidad para entender la relación causa efecto de los acontecimientos. Tienen la tendencia a resolver solos los problemas. Se sienten ansiosos cuando creen que con su comportamiento podrían estar incomodando a los demás. La principal amenaza para este tipo de personas es ser exageradamente sacrificadas en una relación.
La segunda estrategia es que estos niños se conviertan en adultos exteriorizados, que generalmente buscan eliminar rápidamente la ansiedad con reacciones impulsivas. No suelen ser personas reflexivas y culpan de todo lo que les sucede a los demás, desde la fantasía de encontrar el cuidado, contención y validación que no recibieron en su infancia.
Ahora bien, independiente al tipo de padre emocionalmente inmaduro que pudiste haber tenido, existen una serie de características que suelen ser constantes en todas las personas emocionalmente inmaduras:
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- Rigidez y Obstinación: desde la cual solo hay una respuesta correcta, con una actitud defensiva, mediada por una alta necesidad de control.
- Poca tolerancia al estrés: lo que se refleja en una significativa dificultad de regulación emocional, respuestas reactivas y defensivas, victimismo y falta de perspectiva ante una situación.
- Autocomplacencia: vinculada a hacer lo que les genera placer instantáneo, sin considerar consecuencias futuras.
- Alta subjetividad y baja objetividad: lo cual refleja una pobre capacidad para analizar una situación desde puntos imparciales, en los cuales los hechos, la lógica, la historia e incluso el sentido común caen en saco roto.
- Dificultad para aceptar la diferencia: una utópica e infantil idea de que todo el mundo debería ver las cosas como él o ella las ven.
- Egocentrismo: una excesiva valoración personal, que lleva a la sensación de ser el centro de todo y todos.
- Poca reflexividad y mucha auto referencia: cualquier cosa que se hable con una persona autorreferencial termina llevándola a su propia historia.
- Fomentan la inversión de roles: el hijo termina conteniendo emocionalmente a los padres, siendo su confidente, su principal fuente de seguridad, elogios y motivación.
Con esta breve información que te comparto en este artículo tengo la esperanza de que si eres un adulto que creció con este tipo de padres decidas emprender el camino de autoconocimiento, que te permitas crear guiones propios al margen de una historia predeterminada por patrones repetitivos que muchas veces no son visibles y que han quedado normalizados. Y es que aunque el pasado es inmodificable, como adultos si podemos decidir la forma de hacernos cargo de esa historia que nos acompaña, pero no tiene porque determinarnos.