“Somos producto de una historia y,
desde este punto de vista,
el pasado en el que transcurrió la experiencia relacional
define la personalidad. Pero la historia
se encuentra continuamente reescrita
o reformulada en el presente,
desde el cual es posible redefinir el pasado.”
Juan Luis Linares. (2012)

 

Frecuentemente, los seres humanos elegimos lidiar con situaciones en las que ya tenemos experiencia. Nos metemos en  territorios conocidos en los cuales ya sabemos desenvolvernos. Pero es muy posible que ahí no encontremos el bienestar emocional que la mayoría anhelamos.

Te has preguntado por qué caes una y otra vez en una situación que ya viviste y te causó dolor. Y te has preguntado: ¿Por qué a mi? ¿Qué estaré pagando? ¿Qué estoy haciendo mal? Y al final ¿Has culpado a la mala suerte, al karma, la cruz, los astros o cualquier factor externo que te permita darle una explicación? Pero ¿qué tal si hay una explicación en la cual tú tengas una participación más protagónica? ¿Qué tal si tu comportamiento, tus paradigmas, tus creencias o tu forma de percibir el mundo tienen algo que ver en el dolor que se repite a lo largo de tu vida?… Para aterrizar un poco esta idea, te contaré una vivencia personal:

Cuando yo tenía 13 años -en medio de una reunión familiar- mi mamá dijo: “Cuando alguien abraza a Fabi ella se queda tiesa como una tabla”, hubo risas y comentarios que ratificaron aquellas palabras, que resonaron en mi por mucho tiempo. Algunos años después, hubo otro comentario en la misma línea y yo, a diferencia de la primera vez,  me di permiso de decirle a mi mamá lo que había entendido de esa historia: yo no sabía abrazar porque nunca había sido abrazada.  A partir de ahí decidí cambiar la pauta, elegí transformar la actitud que yo tenía frente a un abrazo y que, además, era lo que yo estaba repitiendo en mis relaciones significativas.

Desde la perspectiva de la psicología clínica sistémica, las familias tienden a conservar su homeostasis (permanecer iguales) porque cualquier cambio genera un desequilibrio que puede resultar incómodo y exige que los integrantes modifiquen su propia visión del mundo. Por eso nos anclamos fuertemente al territorio conocido y permanecemos en la zona de confort, que más bien viene siendo la zona de disconfort.

También existe un fenómeno descrito por Cristina Ravazola (1997) en el cual las personas NO VEMOS QUE NO VEMOS, así que la repetición de patrones indeseados empieza a formar parte de una dinámica que aparentemente es coherente y por lo tanto resulta prácticamente imposible tomar conciencia del significado y consecuencia de nuestras interacciones; esta puede ser una de las razones que explican porque en ocasiones pertenecemos en relaciones en las cuales incluso esta presente la violencia psicológica.

Hoy, de manera compasiva he comprendido que esta es una pauta que viene de generación en generación y que mi mamá no hacía el comentario basada en una comprensión profunda de mi comportamiento. A ella la honro, la amo y la respeto profundamente… porque tengo la claridad de que siempre hizo lo mejor que pudo desde su propia historia. 

¿Qué hubiera pasado si yo no hubiera visto la situación desde otra perspectiva? Probablemente, tal y como lo afirma Bowlby (1979), la parte más primitiva de mi cerebro seguiría anclada a aquello que me resultaba familiar: relaciones con cierta distancia física y emocional. Y aunque menciono esto de forma muy práctica, debo aclarar que ha sido un trabajo intenso conmigo misma, en compañía de un experto.

Hoy agradezco aquel comentario que evidenció una necesidad de evaluar el lugar desde el que me estaba vinculando con las personas significativas para mi. Gracias a ese comentario de sala, miré hacia adentro y me reconcilié con mi historia. Y además de aprender a sentirme cómoda abrazando y siendo abrazada, he tenido que aprender a sentirme cómoda experimentando la intimidad emocional que requieren los vínculos sólidos. 

¿Qué puedes hacer tú cuando identifiques alguna situación recurrente en tu vida? Mi sugerencia para ti sería: voltea los ojos y mira hacia dentro, reconcíliate con tu historia, da pasos que te alejen de aquella pauta que quieras quebrar y que te permitan acercarte a la persona que quieres ser. Hacer eso, generalmente, es más fácil en compañía de un experto que te ofrezca una mirada objetiva y sin la carga emocional que tenemos al observarnos a nosotros mismos.

 

Referencias:
Bowlby, J. (1995). Vínculo afectivos: formación, desarrollo y pérdidas. Madrid: Morata.
Linares, J. (2012). Terapia familiar ultramoderna : la inteligencia terapéutica. Barcelona : Herder.
Ravazzola, M.C. (1997). Historias infames: los maltratos en las relaciones. Buenos Aires: Paidós.

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