“Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma”
Carl Gustav Jung

 

El gaslihting o la luz de gas es un tipo de abuso emocional que se presenta de forma sutil. Comúnmente es realizado por la pareja, un jefe, un amigo o algún familiar. 

Este tipo de abuso se caracteriza porque se tiene la sensación de que algo no está bien dentro de la relación. Sin embargo, suele resultar muy difícil entender qué es lo que sucede, por eso su nombre hace referencia a una visión nublada, precisamente porque el abusador consigue que el otro dude de su propia percepción de la realidad. 

¿Cómo lo hace? típicamente con frases como: “Estas loco/a…”, “Te lo soñaste…”, “Nada que ver…”, “Ves cosas donde no las hay…”, etc. Lo que lleva a que la persona abusada dude de sí misma y empiece a tener cuestionamientos como: 

  • ¿Será que soy demasiado sensible? 
  • ¿Será que no soy suficientemente bueno/a como esposo/a, amiga/o, trabajador/a?
  • ¿Le digo o no le digo? y si finalmente le digo… ¿Qué hago para minimizar y anticipar cualquier respuesta que resulte invalidante?

Y sensaciones como estas: 

  • Te cuesta tomar decisiones simples.
  • Cuando compras algo personal lo haces pensando en lo que más le gustaría a tu pareja, tu jefe o a ese familiar.
  • Tienes la idea de haber sido – antes de relacionarte con esta persona- una persona diferente -Más seguro/a, relajado/a y alegre-. 
  • Te sientes triste y/o desesperanzado/a.
  • Dejas de contar ciertas situaciones a los demás para evitar ser juzgado/a.

Ahora bien, como en cualquier relación humana, para que se produzca un efecto se requieren dos personas: una con la necesidad de tener la razón y el poder y la otra, con necesidad de aprobación. Por lo que  la luz de gas solo funciona cuando crees lo que dice el abusador y tienes la necesidad de que tenga una buena opinión de ti, probablemente desde el miedo profundo de no ser suficiente y/o adecuado/a.

El efecto ‘Luz de Gas’ tiene unas fases que describiré tomando como referencia el análisis realizado por la Dra. Robin Stern -quien definió este tipo de abuso- en su libro “Efecto luz de Gas”.

  • La primera fase es la desconfianza: “¿Será él/ella? o ¿Seré yo?”.

La persona que  hace luz de gas emite comentarios ofensivos e invalidantes, que llevan a un estado de confusión del receptor y que usualmente se resuelve de dos maneras: la primera, pasándolo por alto y asumiendo que pudiste haber hecho una mala interpretación sobre aquello que escuchaste; la segunda; haciendo un intento por aclarar la situación y por lograr la aprobación del otro… Aunque en esta fase aún no necesitas la razón desesperadamente. Sin embargo, queda sembrada la sensación de confusión, frustración y ansiedad. 

  • La segunda fase está marcada por la necesidad de defenderse: “¿Cómo puedo hacer que me comprenda?”

El que recibe la luz de gas empieza una búsqueda de pruebas inútil para demostrarle al otro que está equivocado. Inician las conversaciones internas, pensamientos obsesivos y discusiones no concluyentes, desde el desesperado intento por encontrar la aprobación. Se buscan pruebas para demostrarle al maltratador que está equivocado y se generan discusiones obsesivas y frecuentes con él/ella. A menudo son diálogos internos, en un intento desesperado por ganar su aprobación.

  • La tercera fase es la desesperanza: “Haga lo que haga nada cambiará”

Desde esta premisa es posible que empieces a tener comportamientos al estilo del otro/a para encontrar su aprobación. Lo que acabará por perpetuar el efecto luz de gas como parte de la interacción.

Al ser una pauta progresiva, es importante estar atentos a la forma como estamos experimentando nuestras relaciones. El efecto luz de gas nos enfrenta a nuestras propias vulnerabilidades que se activan como botones sensibles y encienden nuestros miedos más profundos, que nos generan la necesidad de aprobación, deseo de ser amados, comprendidos y valorados, al costo que sea, incluso de nuestra propia salud mental, que estará altamente afectada en caso de que la que única opción de acabar con la luz de gas sea terminar el vínculo o la relación.

 

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