»En el amor no hay un ganador o un perdedor, 
o vencen ambos o pierden ambos»
Prof. Giorgio Nardone

En nombre del amor y del desamor la humanidad habla, escribe, canta, calla, se emociona, se desilusiona, se alegra, se enfurece, se entristece… aprende, promete y un sinfín de cosas más que podría seguir incluyendo en esta lista. Pero ¿cuánto de eso se hace desde la individualidad y la creencia de “uno más uno son dos”? Incluso, ¿cuánto se hace desde la idea de la complementariedad en la que se suman dos mitades -medias naranjas- para poder estar completos? ¡Probablemente, la gran mayoría!

Y es que culturalmente estamos enseñados a observar la vida de forma lineal (causa-efecto); sin embargo, mirar las relaciones románticas desde la perspectiva sistémica puede hacer la diferencia entre la estabilidad o el rompimiento de una pareja -esta idea aplica para cualquier relación humana-. 

En el caso de las relaciones de pareja existe un proceso amoroso en el que el vínculo nace a partir de su definición -nos estamos enamorando, nos estamos casando, nos estamos comprometiendo- lo que le da un lugar al NOSOTROS porque, donde no había nada, dos personas fueron capaces de ver algo. Ese algo es la pareja y es el tercero, que es la explicación de “uno más uno son tres” (Caílle, 1992).

Ahora bien, así como hay un proceso en el que la pareja nace, también hay uno en el cual la pareja muere -nos estamos alejando, nos estamos dejando, nos estamos separando, nos estamos divorciando-. Las razones por las que sucede esto pueden ser muchisimas, seguramente desde tu propia experiencia conoces algunas y también desde lo que has oído de experiencias ajenas. Desde el paradigma sistémico, una razón para que esto suceda es que la PAREJA sea un tercero excluido en las relaciones.

Entendiendo a la pareja como un tercero, es pertinente hablar sobre las expectativas que comúnmente tenemos sobre esa relación: complicidad, sexualidad, apoyo mutuo, lealtad, capacidad de contención, humor y reciprocidad. La manera en la que se expresen dependerá de cada pareja, pero lo que ha demostrado la evidencia es que el objetivo central que generalmente tenemos las personas al ser pareja es compartir la vida desde el disfrute mutuo.

Y ¿cómo asegurarnos de que la pareja sea un tercero que sí está incluido en nuestra relación?

Para que esto suceda son necesarias dos condiciones:

  • Que las dos personas que forman la pareja se reconozcan como pares, con igualdad de derechos. Si por el contrario se considera que el otro no es un par y jerárquicamente está ubicado por encima o por debajo, es probable que eso implique  entregar el poder o asumirlo, lo que desestima la mutualidad y el nosotros. 
  • Que exista validación sobre la diferencia de las percepciones de cada uno frente a determinados aspectos de la vida. Si esta condición no se cumple significa que la pareja únicamente puede vivir bajo la creencia que solo existe una realidad y que el otro está equivocado; y en caso de querer conservar la relación es probable que se dé lugar a las dinámicas en las que se privilegia el poder sobre el amor y como resultado: uno gana y la pareja y el otro pierden (Coddeu, Mendez; 2018).

En estas dos condiciones es posible evidenciar que, en caso de que se cumplan, hay un paradigma de abundancia sobre la base de la interacción. Con esto me refiero a que hay abundancia en seguridad y confianza propia para aceptar que mi identidad no está amenazada, si reconozco al otro como par y que tiene percepciones diferentes a las mías. Si sucede lo contrario el paradigma asociado es el de la escasez, en el que mi seguridad y confianza se ven amenazadas frente al otro, este paradigma también está asociado al de la complementariedad, que definitivamente no es bueno porque se basa en los elementos disfuncionales entre dos personas que se alimentan recíprocamente -las medias naranjas-. 

¿Cuál es la conclusión?

Si llegaste a este punto de lectura, te animo a que ahora saques tus propias reflexiones sobre cómo se construye ese NOSOTROS-EL TERCERO en tus relaciones y si ocupa o no un lugar prioritario.  

 

Referencias:
  1. Caílle, P (1992) La pareja ¿ Cuestión de puntos de vista?. El absoluto relacional de la pareja, tercero excluido del dialogo, en Uno más uno son tres.
  2. Coddeu, F; Mendez, C. (2018). La aventura de ser pareja. Mercurio. Chile.

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